Fue la cuarta vez que Elhousine Elazzaoui pasó ayer por el mismo paseo estrecho de Noli, un cobijo de sombra con aroma medieval, resguardado del oleaje mediterráneo a metros de la meta. Como en el resto de pasos, su ritmo asustó; pero esta vez celebró y enseñó los dedos de sus victorias. El trail dejó a un lado la exploración y probó en este circuito un nuevo producto, más televisivo y próximo al público. El marroquí, que corre por debajo de tres minutos por kilómetro, lo agradeció con gestos reverenciales. Y se convirtió en el hombre que pudo reinar, pero la general fue para Rémi Bonnet, que hizo valer su ventaja pese a quedar cuarto y repitió título en un año de éxitos repartidos.
El Golfo dell’Isola, cerca de Génova, en la Liguria italiana, acogió la carrera con más puntos ITRA —el ranking internacional— de las carreras por montaña. Los 30 mejores tras las seis carreras del circuito (Zegama, Mont-Blanc, Dolomitas, Sierre Zinal, Pikes Peak y Mammoth) y los ganadores de los circuitos continentales en Escandinavia, Norteamérica, México o la Península Ibérica. Cuatro días de competición para dar la misma visibilidad a mujeres y hombres, que arrancaron el jueves y el viernes, respectivamente, con un prólogo de ocho kilómetros con más de 400 metros de desnivel positivo, cruzando entre rachas salvajes de viento una playa con banderas rojas. El sábado y el domingo tocaba el plato fuerte, algo más de 25 kilómetros, con un desnivel de casi 1.500 metros.
Y un formato rompedor: la flor. Los organizadores dibujaron varias vueltas con Noli y su casco histórico de museo como núcleo, lo que permitió señal televisiva en todo el recorrido —a través de corredores-cámara, ciclistas y drones— como si aquello fuera un estadio, un jaque a la máxima de la montaña: adentrarse en la naturaleza y volver para contarlo. Menos pureza a cambio de más público. Primero, los propios atletas, que se asisten mutuamente el día que no compiten. Y después los curiosos, como la anciana que pregunta si vuelven de la montaña o del mar.
Un recorrido rapidísimo con una puntuación doble. Elazzaoui aguantó el ritmo salvaje del keniano Philemon Kiriago, que desfondó a Bonnet, como hizo en Sierre Zinal, la carrera que le encumbró. El marroquí resistió sus latigazos y decidió en los últimos tres kilómetros, atacando en la bajada más técnica, por un tramo de escaleras, para un tiempo de 1h56m14s. Tras ser segundo en Zegama y ganar en Dolomitas —las carreras más técnicas— le faltó un tercer buen puesto para llevarse la general. Lo que logró el suizo, que acreditaba tres victorias. Patrick Kipngeno acompañó a su compatriota en el podio y fue tercero.
El peor trazado, para Manuel Merillas, que llegaba cuarto en la general y terminó octavo tras ser vigésimo octavo entre gacelas. El ganador de Zegama necesita adversidades: lluvia, viento, crestas, bajadas aptas para cuadrúpedos. Pero aquello invitaba a volar, para alegría de Álex García: el mejor español (18º). Roberto Delorenzi, que llegaba segundo en la general, terminó duodécimo, otra víctima del nivel de la carrera, que provocó ritmos altísimos y explosiones sonadas entre el creciente calor. Cadáveres para las hordas de mosquitos.
Noli también encumbró a Madalina Florea como la nueva estrella del trail. Cuando la rumana llegó tercera a la meta en Mammoth un mes antes, una carrera que lideraba hasta que se perdió a tres kilómetros de meta, era un mar de lágrimas con una promesa: “Voy a ganar la final”. En Noli volvieron las lágrimas, pero de alegría. Tuvo que apretar de lo lindo para romper el trío que formó de salida con Judith Wyder y Sophia Laukli; también para aguantar la ventaja, un minuto y 20 segundos que se fue evaporando hasta la última llegada al pueblo, con la suiza en el cogote, hambrienta porque no solo buscaba la victoria, sino la general.
Wyder no solo abrazó a la corredora sin patrocinador que llegó 17 segundos antes que ella (2h18m04s), sino a Laukli, con la que ha librado un duelo sin cuartel que terminó con empate a puntos y triunfo global para la americana por puestos. La derrota más grande de una mujer que ganó el circuito en 2019 y que ha vuelto a una fase final tras años de odisea personal tras un ictus durante el embarazo que mermó su visión en un 70%. “Todo es posible”, resumió tras vaciarse, abrazando a sus hijos y a la nueva generación como fue el caso de Malen Osa, la española que no se ha bajado del quinto puesto en sus cuatro primeras carreras de las Golden y termina cuarta en la general, por detrás de las inalcanzables.
También como Sara Alonso, que confirma su recuperación tras un año marcado por las lesiones con un meritorio séptimo puesto. Por detrás de Julia Font, un metrónomo que no solo va de menos a más en las carreras, sino en las temporadas: su sexto lugar en Noli vale para ser octava en la general. Rosa María Lara, Marta Martínez Abellán y Ohiana Kortazar completaron una nómina de seis españolas entre las 15 primeras, una hegemonía sin corona.
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