Hollywood hace que las vacaciones sean sinónimo de familia. Pero no familias como la mía.
Habíamos conducido menos de dos horas para llegar al restaurante de su elección, pero la longitud del viaje no podía medirse en kilómetros. Estábamos allí para conocer a mi hermano y su esposa. La invitación para verlo después de casi 50 años sin comunicación fue un toque de corneta que no pude rechazar. Mi marido vino a echarme una mano, lleno de curiosidad por conocer a su cuñado.El camino entre la última vez que vi a mi hermano, cuando él tenía veinte años, y yo en mi adolescencia, y ahora, con los dos en los sesenta, estaba pavimentado con silencio…