Precios disparados y una demanda desmedida para un producto que ya no se vende. Siendo más precisos, es un producto obsoleto que ya no debería tener sentido. Nos referimos al iPod, el popular reproductor de música con el que Steve Jobs asentó las primeras bases para transformar el mundo de la música. El heredero natural de los walkman se hizo hegemónico durante dos décadas, y fue finiquitado por fuego amigo: el iPhone hizo que tener un iPod fuera redundante. ¿Quién querría tener un dispositivo con funciones limitadas cuando, por un poco de más dinero, podría tener un iPhone que lo hace prácticamente todo?
En una supuesta lápida del iPod podríamos leer “23 de octubre de 2001-octubre de 2022″; la fecha de defunción es un tanto imprecisa, puesto que Apple siguió vendiendo el iPod Touch hasta agotar existencias. El epitafio lo rubricó la propia compañía de Cupertino: un “La música continúa” que podemos leer en la nota de defunción que el fabricante publicó a mayor gloria del dispositivo. Pero con lo que nadie contaba era con la resurrección del dispositivo: cotizan a precios desorbitados en la reventa, en especial si el terminal está precintado. Ríase usted de los bitcoins en sus mejores momentos: las pasadas Navidades, un iPod precintado llegó a venderse por 29.000 dólares.
Las posibles causas
El iPod fue fagocitado por el iPhone. El segundo incorporaba todas las funciones del primero, pero era además un teléfono, disfrutaba de internet, correo electrónico… ¿Por qué, entonces, el iPod se ha convertido en un objeto de culto ahora? “Esto habría que preguntárselo a los que compran vinilos, casetes y escriben los emails en máquinas de escribir”, explica Rafa Espada, un programador web donostiarra que sigue usando su viejo iPod a diario. El culto a lo antiguo, a lo vintage, puede estar detrás de estas elevadas cotizaciones, pero también hay una explicación tangible detrás.
“Llevamos muchos años escuchando música en streaming que es una gran comodidad, millones de canciones disponibles en cualquier lugar que nos encontremos”, explica Espada, “pero estas plataformas, a mi entender, no terminan de acertar con los algoritmos, con las recomendaciones”. El algoritmo de Apple parece más preciso, fundamentalmente, porque parte de una biblioteca que, de partida, gusta al usuario. Ahora, ha quedado en el olvido, pero no hace tanto se debía adquirir el álbum completo para escuchar la canción que más nos gustaba. Con la irrupción de la música en streaming, el usuario decide elegir qué canción escuchar y bajo una tarifa plana de uso ilimitado.
La parte del descubrimiento de las canciones depende fundamentalmente de los algoritmos de plataformas como Spotify o Apple Music, y son una parte fundamental en la experiencia musical de nuestro tiempo. “En mi caso utilizo las plataformas para hacer primeras escuchas de música que creo me podría interesar, grupos que no conozco que vienen en concierto”, aclara el programador. No obstante, la disparada cotización de los iPods es fruto también de la ley de la oferta y la demanda. Al haber retirado Apple el producto del mercado, los coleccionistas se afanan por hacerse, casi como inversión, con ejemplares precintados fundamentalmente.
“La fiebre retro y la nostalgia tiene un ciclo de unos 20 años”, explica Javier Lacort, creador del podcast sobre Apple Loop infinito; “cuando han pasado dos décadas de la época, de una moda, una corriente, un producto… empieza su resurgir”. Este producto era la representación de una invención permanente y continua por parte de sus ingenieros. En la actualidad, apenas hay margen para la mejora y esto lo vemos en las sucesivas iteraciones de móviles (esto lo saben bien los compradores del iPhone), en las que apenas se mejoran cámara, procesador y el chasis.
Por otro lado, y en plena vorágine de notificaciones, redes sociales y demás estímulos que llegan a través de la pantalla, el iPod reivindica la sencillez de lo básico. En opinión de Lacort, “tiene un componente que confronta mucho con la realidad actual: es un dispositivo que solo hace una cosa, no miles como el smartphone”. Esta hiperconexión está logrando que las nuevas generaciones demanden dispositivos básicos que vuelvan a lo esencial. En este sentido, el fabricante noruego reMarkable se ha consolidado en un curioso segmento: el de las tabletas con tinta electrónica, que, a diferencia de los iPad, solo sirven para anotar.
Las búsquedas de iPods se disparan en Wallapop
Los dispositivos dedicados juegan con una baza importante: solo hacen una cosa, pero la hacen muy bien. “Si lo que quieres es escuchar música: pulsas play y listo”, explica Rafa Espada; “la navegación por los menús es clara, hay muchas menos opciones que en un iPhone, pero es más que suficiente si lo que quieres es escuchar música”.
¿Ha llegado la fiebre por los iPod a España? Desde Wallapop confirman a EL PAÍS que lo ha hecho, y con fuerza. “Las búsquedas de iPod Classic han aumentado un 73 % en Wallapop en los últimos 4 años”, afirman desde el área de prensa, y entre los iPod, el Classic, es el más codiciado. “Se ha observado un pico de búsquedas de iPods Classic en Wallapop en enero, con un 30 % más que el resto de meses”, informan desde la plataforma.
Ante este furor por este producto descatalogado, son muchos los que están rebuscando entre sus cajones para localizar ese viejo iPod y ponerlo a la venta; lo cierto es que, si el equipo está en buen estado y, sobre todo, conserva su embalaje original, pueden obtenerse unos buenos euros. Por lo menos, hasta que pase esta fiebre por el dispositivo.
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